SERMÓN DE LA SOLEDAD

Se trata de uno de los cultos más importantes que realiza la Cofradía de Nuestra Madre Santísima de la Soledad y Virgen de la Alegría. Fue recuperado en el año 2014 y se realiza, desde entonces, cada Martes Santo en la puerta del Hogar San José de Hermanitas de Ancianos Desamparados, justo antes de comenzar el Rosario de Soledad  y Esperanza. Su origen es de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Las crónicas de Medina del Campo cuentan que el viernes Santo, antes de comenzar la procesión del Santo Entierro, se realizaba, en el interior de la colegiata, Sermón de la Soledad y rezo del Santo Rosario en torno a la imagen de Nuestra Madre Santísima de la Soledad. Una vez finalizado el rezo del rosario, comenzaba la procesión general del Viernes Santo.

Mucho ha evolucionado el Sermón desde entonces. Actualmente es oficiado por el Párroco de la Iglesia de San Antolín, y consiliario de la cofradía, y consiste en un texto, recuperado de uno de los semanarios locales de los años 20.

SERMÓN DE LA SOLEDAD
Martes Santo.
(Hogar San José de Hermanitas de  Ancianos Desamparados)

Queridos hermanos y hermanas. Nos reunimos en torno a la Soledad y Dolores de María para recordar con ella la Pasión y Muerte de Jesucristo. Recordaremos cinco episodios de dolor a través de la manifestación del Santo Rosario que nos llevará a sentir en nuestras almas la punzada del dolor que
sufrió María. Y lo hacemos frente a la imagen de María Dolorosa en su advocación de Virgen de la Esperanza. Una imagen que nos muestra la soledad y endereza frente a la cruz.


En nuestras mentes van a resonar dos palabras: Soledad y Cruz. Soledad de María y esperanza en la Cruz, porque de todos los momentos que vamos a meditar en estos días hay uno que supone una mayor soledad para María. Es en el momento de la muerte de Dios, cuando se produce el abandono del hijo por parte de la Humanidad. Así, en la hora de la Cruz, el Espíritu mismo hace historia: la historia de Dios, entregado al Padre y la historia de María envuelta en lágrimas.


Ella, al pie de la cruz, escuchó e hijo suyas las palabras de Jesús <<Padre, perdónales porque no saben lo que hacen>> y <<Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu>>. Seguida de Juan y algunas mujeres, aturdido por la tragedia, abandonaron el Calvario y el lugar de la sepultura. La Soledad se volvió para ella oración y esperanza. Sin derrumbarse, de pie, afligida por los sufrimientos de su hijo, pero serena, con las manos entrelazadas en actitud de oración, susurra una plegaria: <<He aquí la esclava del Señor>>. Y, en su corazón, el encargo de Jesús al confiarle al discípulo amado <<Ahí tienes a tu hijo>>. A partir de ahora, tendrá una familia numerosa y se ocupará de todos. Por eso, la soledad de María no es solo la soledad del hijo, sino la de todos nosotros.


Después, tras la sepultura de Jesús, apenas hubo entrado en su casa, la afligida Madre volvió los ojos a todas partes. Pero ya no se encontró con su Hijo, y en su lugar se presentaron a la memoria todos los recuerdos de su vida y de su despiadada muerte. La madre, sola y esperanzada, ocupó la soledad del alma con una oración más intensa, repasando en su corazón todo lo que allí conservaba.


En María, detrás de la figura de Virgen elegida por Dios, se encuentra su figura de Madre. De madre que está sola y espera que la acompañemos en su camino particular que tiene como objetivo la Resurrección. Por eso, vamos a acompañar a la Virgen de la Esperanza, efigie de los siete dolores de María, para que sea ella la que guíe el camino de la Resurrección a través de la contemplación y meditación de los cinco misterios dolorosos del Santo Rosario.


Esta tarde, en la que acompañamos a la Madre de Dios, pidámosla que sea ella la intercesora de ellas diciendo:

Oh Madre Inmaculada, que llorando
Viste pendiente de la cruz al Hijo
Querido de tu vientre que bendijo
Al pueblo criminal, vil y nefando.
Tal perdón, para el tronco de sus males
Presagio fue de glorias infinitas
Y por eso tus lágrimas benditas
Apagan los fuegos capitales
¡Oh Madre que suspiras!
Por la muerte cruel de tu cordero
Compadece la humana y ruin pelea
Que si triste y piadosa tu nos miras
Te juro que este pueblo fiel y artero,
será santa y creyente Galilea.

Consagramos nuestras oraciones a la Virgen de la Esperanza, salud de los enfermos.

Que comience el Rosario de Soledad y Esperanza

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